Imagen tomada de: https://www.wallpaperbetter.com/es/hd-wallpaper-uibna
Basta de mundos irreales:
mentira el designar
(solo es real callar).
En este poema se decreta el silencio
inmediato
del Universo.
Doblando la esquina del próximo verso
solo habrá calles vacías de sonido.
En la mortaja del silencio
los objetos, quietos, perderán su piel
primera
y los concretos signos del aire
volverán a tener su extensión verdadera
de semilla llovida, quieta y expectante
como un muerto aguardando con paciencia
la llegada del Apocalipsis para volver a
levantarse
esta vez en trémulo tallo de anhelantes
ocasos.
Nadie mirando.
Surgirán de nuevo los colores vírgenes de
ojos
y no habrá la discordia subjetiva
y reaparecerá la primavera verdadera
previa al nombre, prototípica, ignorante.
Pero el agua pura
emocionada al descubrir
de nuevo
su metabolismo cíclico
no sabrá evitar
el cóncavo convexo de la madre
(porque en su simpleza está escrito
desde
siempre
el parir).
Azuzado por la noche abisal
el relámpago ligero
en su fatal descarga
rasgará el Tártaro presidio
para que, otra vez
el SER
(que tendrá de Tántalo los ojos)
atrévase a asomarse.
Bastará que mire
y al cabo abra la boca:
en desbandada de terror
se ocultará la verdadera faz del mundo
y reinará otra vez la máscara
de ahora.
