No sé aún si la copa que bebimos
era vino
o nuestra sangre
a esta altura de la noche
a esta altura del
acantilado
da lo mismo.
No saber aún si fue el beso
o la mordedura envenenada
pero sentir todavía
el leve ardor.
Es esta distancia inmensa
que atrae a la densidad
de la sombra
entre nuestros soles ya lejanos
este silencio extraño
de universo que
colapsa
de foto velada
de manos que al fondo del océano
por fin se sueltan
y conocen el frío.