martes, 29 de junio de 2021

Mantras de la ley

Las fórmulas fueron pronunciadas cabalmente.

En los documentos redactados por la Fiscalía

(con qué precisión, con qué rigor)

se traslucía el dolor.

Las víctimas reclamaron justicia

y la justicia fue dictada sin falta.

 

No obstante, al fondo, un muchacho se batía

bajo el peso de tantas palabras

que lo relataban.

 

Abrumado de que su obrar mereciera

tantos endecasílabos legales,

blandía un silencio de final de tarde.

 

La mirada perdida en un abril lejano,

tal vez aquel, previo a la irrupción de la sangre.

 

Desde luego, en mi caso, cumplí con mi parte,

señalé obviedades,

recordé los incisos,

recité los mantras de la ley.

 

Al final, en los últimos pormenores de la audiencia

procuré restituir al padre y a la madre,

otorgar un amigo fugaz de dos palabras.

 

Pero el joven me miraba y, al fondo,

su abril perdido,

se difuminaba como el fantasma del tiempo.

El mes más cruel se resistía a ingresar

en las dimensiones de una celda.

 

Se aplicó la justicia de los hombres

y retornamos luego al resto del día.

 

Muchas veces pienso en las miradas perdidas

de los niños juzgados.

Nunca sabremos qué miraban sus ojos.

Fotografías viejas, tibias manos,

bellas épocas pasadas

(o que nunca fueron),

donde "madre" era un porvenir

y "padre" un consuelo.


Foto tomada de https://www.alertatolima.com/noticias/carcel-para-hombre-que-intento-violar-un-nino-de-siete-anos

lunes, 28 de junio de 2021

La especialidad de Ishiguro (sobre Klara y el Sol)

Dentro de las hipótesis que cabe plantearse para modificar la perspectiva del narrador en una novela, para, digamos, avanzar un paso más en la denominada 'primera persona' (que ahora parece ser omnisciente, ya que aparece en todas partes), el que se acuda a la perspectiva de la inteligencia artificial (Klara es una AA: Amiga Artificial), resulta innegablemente novedoso. ¿Cómo percibe el mundo un robot? 

Conocemos historias narradas por muertos (Pedro Páramo). Otras, narradas por animales (Flush). Otras, narradas o en las que se da la palabra constantemente a Dios (El evangelio según Jesucristo -y la Biblia, por supuesto). Unas, narradas o en las que se escucha directamente a la muerte (Las intermitencias de la muerte). Otras, incluso, protagonizadas por zapatos (No mires debajo de la cama). Así que no resulta fácil plantear una nueva perspectiva desde ese giro del narrador, pues mucho se ha intentado ya. Pero Kazuo Ishiguro atina al proyectar como eje de la voz narradora lo que de seguro llegará a alojar gran parte de los dilemas del futuro: la posibilidad de que la inteligencia artificial logre total autonomía en sus mecanismos mentales y tenga pensamientos independientes, aprenda y se corrija a sí misma; la posibilidad de que adquiera personalidad, sentimientos, recuerdos; que trace planes y proyectos, que sienta ilusiones y esperanzas. Semejante estrategia pone en jaque, nada más y nada menos, que el concepto de lo humano, porque, bien se sabe, el ser humano es el animal que narra. El giro de la perspectiva del narrador es el primer punto clave en Klara y el Sol.


El otro es la profundidad descriptiva desde la elusión.  Y la profundidad emocional y filosófica, desde la elusión. Eso es este libro. ¿Cómo logra el disciplinado Kazuo Ishiguro -conocedor de la profundidad del alma humana, pero más todavía, conocedor del oficio del escritor-, construir semblanzas muy detalladas de todos y cada uno de los personajes de su novela, sin tener que caer en el facilismo de enunciarlas directamente? Nunca nos señala a Josie -la humana a la que pertenece Klara, la AA narradora- como una niña caprichosa, rebelde, inteligente y vital. Nos permite "observar", a través de Klara, cómo es que Josie es caprichosa, rebelde, inteligente y vital. Una historia narrada por un robot: es la quintaescencia del naturalismo. En este caso, inaugura una suerte de naturalismo posmoderno. Es la visión científica de la vida, objetiva, lograda a través de una mente artificial, esto es, una mente que es un objeto en sí mismo. ¿Con qué silogismo, con qué código, construir la percepción de Klara? ¿Por qué sentir tanto amor por una especie de tataranieta de Siri? Kazuo Ishiguro escribe esta novela, y nos contesta estas y otras muchas preguntas. Pero plantea otras, que es una de las principales funciones de las grandes obras. 

En efecto, hay más: siguiendo lo que al final es uno de los descubrimientos más poderosos de Klara (que nosotros no somos solo aquello que objetivamente somos, sino también una especie de sumatoria jamás totalizada de lo que somos para los demás), al final ha resultado imposible no terminar amando a Klara, ha resultado imposible no terminar sintiendo una compasión profunda por esa "personita" que se ha sacrificado por su humana. Y ver cómo ha terminado su "vida" es suave y lentamente desgarrador. Es decir, es trágico. 


También se trata, esta novela, de la postulación de un futuro utópico, en el que quienes económicamente se lo pueden permitir, modifican genéticamente a sus propios hijos, buscando mejorar sus capacidades. Son los humanos mejorados. Estos, por esas capacidades superiores, son los únicos que terminan teniendo acceso a la educación superior (y a muchas otras cosas). Es la historia de la exclusión de quienes no son mejorados. Y la historia de una forma de ver a la humanidad meramente como competencia y como inteligencia (en esto, tristemente, no hay novedad), en la que la selección natural ha dado paso a una especie de selección artificial. Ciertamente, nada diferente de lo que ocurre hoy día, cuando las naciones del mundo no han logrado más que crear sistemas demasiado tecnificados de exclusión, a través de los cuales lo que termina ocurriendo es que la discriminación de siempre es cada vez más difícil de percibir. Y cada vez más implacable.


Finalmente, hay algo en este libro que me recordó profundamente la maravillosa obra de William Golding, El señor de las moscas. Se trata de la búsqueda o la necesidad de Dios. Y hasta allí, ver a una inteligencia artificial haciendo algo bastante cercano a 'orar' es una de las imágenes más poderosas de la literatura, no solo contemporánea. Como imagen, como idea, es, de entrada, a mi gusto, una imagen clásica, en el sentido intemporal de la palabra. Tal vez cercana a la irrupción de Julien Sorel ante Madame de Renal, en la iglesia, luego de la traición de esta. O a la muerte de una vieja usurera y de su hermana, a manos de un delirante estudiante de derecho. Tal vez cercana a los paseos de una joven mujer casada, algo aburrida, algo soñadora, en un coche tirado por varios caballos, en compañía no de su marido. 


La historia de los desechos de la Historia. La minuciosa descripción del paso de una época que muere, a otra que nace. Esa es la especialidad de Ishiguro. 

Imagen tomada de https://www.alamy.es/imagenes/robot-triste.html

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¿Invento el poema o voy a su encuentro? ¿Y si es el poema el que nos busca?   Tal vez el poema exista desde antes y solo aguarde un ...