martes, 29 de junio de 2021

Mantras de la ley

Las fórmulas fueron pronunciadas cabalmente.

En los documentos redactados por la Fiscalía

(con qué precisión, con qué rigor)

se traslucía el dolor.

Las víctimas reclamaron justicia

y la justicia fue dictada sin falta.

 

No obstante, al fondo, un muchacho se batía

bajo el peso de tantas palabras

que lo relataban.

 

Abrumado de que su obrar mereciera

tantos endecasílabos legales,

blandía un silencio de final de tarde.

 

La mirada perdida en un abril lejano,

tal vez aquel, previo a la irrupción de la sangre.

 

Desde luego, en mi caso, cumplí con mi parte,

señalé obviedades,

recordé los incisos,

recité los mantras de la ley.

 

Al final, en los últimos pormenores de la audiencia

procuré restituir al padre y a la madre,

otorgar un amigo fugaz de dos palabras.

 

Pero el joven me miraba y, al fondo,

su abril perdido,

se difuminaba como el fantasma del tiempo.

El mes más cruel se resistía a ingresar

en las dimensiones de una celda.

 

Se aplicó la justicia de los hombres

y retornamos luego al resto del día.

 

Muchas veces pienso en las miradas perdidas

de los niños juzgados.

Nunca sabremos qué miraban sus ojos.

Fotografías viejas, tibias manos,

bellas épocas pasadas

(o que nunca fueron),

donde "madre" era un porvenir

y "padre" un consuelo.


Foto tomada de https://www.alertatolima.com/noticias/carcel-para-hombre-que-intento-violar-un-nino-de-siete-anos

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