Pero la madre también
retornó ella
misma
al plano
de la aurora
la aurora
negra
la aurora
del centro impuro del aire
donde la
muerte vive muriendo
donde embriones
de tempestades
se
revuelcan
densos
en la furia de los días
mira sus
manos, la madre
no para
entender
pues no hay
nada que pueda ser entendido
mira sus
manos
como
quien mira un precipicio
como
quien ve al océano desde un acantilado
y escucha
su llamado
y se pregunta
¿por qué
yo
por qué
mis oídos
pudieron
escuchar
las
palabras del océano
cómo
estas manos obedientes
a su
mensaje
remaron
hasta la soledad
abisal
donde
ahora vivo?
Y
recrimina
a sus
manos
que desde
ahora y para siempre
son una
parte de la muerte
por qué
no pudieron
maldita
sea
construir
una caricia.
Después,
la madre
levanta la
vista
nos mira
desde el
plano de la aurora
y nos
pregunta
¿qué vamos
a hacer
con esas manos?
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