Cada cajón o ataúd helado o tecla
entraña su misterio o muerto o letra.
Los mensajes ocultos zahieren
la pulpa de mis dedos
fantasmas del futuro anhelos preteridos presentes congelados
hablan
dicen suavemente sus tristes sortilegios
arrojan hacia el viento los últimos mensajes
aquellos que una vida
de milenios quizá
y linajes redomados
no alcanzó a pronunciar.
¿Qué palabra intacta dirán estos fantasmas
y a quién que le interese guardar este silencio para
a sí mismo
oírse?
Levanto del teclado mis manos malheridas
les noto una hemorragia mínima del alma
gota a gota se derraman los días
succiono con mi boca, de la herida, el último mensaje
lenguaje de la sangre que el silencio enseña
los paisajes descritos aparecen de pronto
en coágulos silentes se deslíen tus besos
la trama exacta de tu última caricia
idéntico retrato de bullosa avenida
donde nuestras pieles callaron
sabiéndose organismo.
Anhelo de tu cuerpo
este rojo mensaje derramo letra a letra
así te reconstruyo y te escucho y te veo:
¿Qué haces, qué hay de cosas
visitarás mis sueños?
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