Niña se atreve al mar, sin padre ni madre.
Niña aprieta la rosa del puño
la sangre sabe del miedo
pues a este cubre con su velo carmesí.
Niña avanza unos pasos
hasta que siente el suave beso de la ola
frío eléctrico recorre la planta de sus pies
y llega al alma
tan fácil.
Allí se instala para siempre
frío oleaje que llevará a Niña hacia todos los abismos
solo para constatar una y otra vez
la certeza de esa ola perenne:
todo mar es libertad
toda libertad es solitaria.
Niña aún no comprende la soledad del mar
pero desde la piel
comienza a escuchar algo
como la plenitud que calla
y a ella se lanza.
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