lunes, 1 de abril de 2024

Néctar del deseo

Dentro de cada flor
unos ojos se abren.
 
Sería imposible
concentrarse
en artefacto que no sea
volver a atar las pieles
de caricias pasadas.
 
La tibieza se ha perdido
pero empuja aún hacia adelante.
 
El deseo es combustible y maldición,
ley de gravedad de los fantasmas,
donde toda caída es
desde las flores hacia el cielo.
 
¿Un rostro oculto detrás de las gaviotas,
una silueta, su retorno sereno en pleno vuelo?
¿O acaso es la sospecha,
el pálpito,
de un nuevo desasosiego?
 
Como sea:
 
lanzarse
sin abrir las alas,
caer o volar,
disfrazar en vértigo
la muerte que ya llega.


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