Al niño le dije palabras de fuego incomprensibles prematuras
usé el
tono grosero de los hombres
señalé,
fungí
como juez
de su alma aún trémula
asustada de
haber nacido
a la
sorpresa sostenida de la vida.
El niño
comprendió prontamente
que el
silencio
es la
primera cicatriz
que el
silencio
perdura todavía
que el
silencio de antaño
al cabo
de los años
nos hace pronunciar
las palabras de fuego
incomprensibles
prematuras
a las inocentes
criaturas
que nos
miran.
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