martes, 5 de noviembre de 2024

Vencedores o vencidos

Hay en todo hogar una silenciosa guerra en torno a la disposición de los objetos. Quien deja una ventana abierta, al cabo, debe resignarse a ver que otro miembro de la familia decidió cerrarla. Quien quiere utilizar la trapeadora se encuentra con que otro la dejó sucia en el lavadero (para usarla hay que enjabonarla, estregarla y luego mojarla abundantemente, sacarle el jabón y escurrirla. ¿Cómo no perder la paciencia?). Quien entra a la cocina a preparar el almuerzo debe primero cerrar las puertas de las alacenas que otro, apresurado, dejó abiertas peligrosamente al prepararse un rápido bocado. Y peor: lavar los platos sucios que los demás, convenientemente olvidadizos, dejaron para después. La ubicación de la sal, de las tijeras, la forma de presionar la crema dental, el volumen del televisor, el dial de la radio. Formas eternas de lucha que nos hacen enojar e incluso, a veces, explotar de rabia.

Al pasar los años, cuando comienzan las despedidas y la marcha se acelera, queda siempre, al final, un último soldado de esta guerra silenciosa de los objetos. Cuánto daría este vencedor sobreviviente por toparse con las llaves en el cajón equivocado, por tener que cerrar por quinta vez las alacenas, por no encontrar todas las cosas, tristemente, donde las había dejado antes.


 

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