
No sé por qué tu muerte me agrieta un poco más de lo normal
no te conocía, Horacio
(te intuía, sí, tenías que existir, eso seguro
me lo dije muchas veces de camino al trabajo
alguien debe haber
que se la juega
que le diseña un hogar o una trampa
-es lo mismo, en últimas-
a las palabras
y allí se queda nombrándolas
para que no estén solas)
no sé por qué tu muerte me carcome
un poco más de lo habitual
todo el tiempo la gente anda muriéndose
y a cada rato se nos muere un poeta
o cinco
o veinticinco
por eso debemos ser tantos, me digo
porque más que el silencio
lo que verdaderamente nos acecha es la muerte
será porque te fuiste con la edad que tengo ahora
porque de alguna manera te fuiste
con un mundo muy parecido al mío
sepultaste hoy y para siempre los 42 años
que van desde hoy hacia atrás
a un día perdido de 1982 que hoy ha muerto también
con tu muerte
será porque fuiste un verdadero poeta
jamás cerraste los ojos así ardieran así
hogueras fugaces secaran hacia adentro lágrimas de hierro
así quemaran tu piel las caricias ausentes
será porque de alguna secreta manera entiendo tu muerte
transito los motivos de tu muerte
entiendo que el revés de los lenguajes
finalmente haló con más fuerza que el aire
y en silencio
se fue tragando tu garganta
al canto que hay detrás de bambalinas
de las lejanas galaxias
porque el envés del átomo perdido
el aroma del silicio y su relámpago virtual
decidieron, por fin
volverte el algoritmo
quiero decir, necesitaban tu ritmo
tu cadencia
tu esencia
no sé, querido Horacio, poeta cibernético
poeta de los límites poeta dios pero poeta hombre pero poeta
máquina
poeta de las cornisas y las risas
no sé, querido Horacio, no sé
la desazón me dice que quedaron muchos versos huérfanos
más de 300 sin quién los de-cantara
y muchos caminos inesperados se esfuman
desde hoy y para siempre
adherencias imposibles para quienes no fueran
Horacio Warpola
objetos impensables
por quien no sea
Horacio Warpola
acaso escucho el silencio con el que desaparecen
un susurro hacia afuera de la magia
una implosión inexistente
un sonido ausente
no sé, Horacio, no sé
nos faltarán tus palabras para seguirte nombrando
algo de mí y de nosotros se ha ido con tu muerte
algo como una posibilidad un destino
algo como la fe perdida entre las teclas.
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