Recuerdo tu pelo que bailaba
con el falso viento de la camioneta
las montañas al fondo enormes
misteriosas
prometiendo el alimento
prometiendo también la muerte.
Recuerdo el olor de tu pelo confundido
con el de la tierra llovida
recuerdo la melancolía de tu piel perlada
los sonidos del jeep atravesando trochas
donde hombres de antaño no pensaron jamás
que por allí transitarían milagros.
Bastaba alargar un brazo
entrar al torrente de tu pelo
suavizarlo con el peine de mi mano abierta
recibirlo como las estatuas reciben los rocíos.
Recuerdo la sensación terrible de mi cuerpo
al quedarme quieto
mortalmente quieto
tan prudente
siempre tan prudente.
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