Abro un documento nuevo,
el blanco asalta, es crema
blanca,
blanco yogur donde la
letra se desliza
muriendo.
Pero, también. Pero,
mejor: la letra nace
y la gelatina blanca vibra
bajo el parir de letra.
Así como la nada reptó y
reptó y se recogió
hasta convertirse en un
densísimo punto
con la total energía
-huevo de Dios-,
así mismo la letra emerge
de la sopa blanca.
¿Qué papel juego yo en
todo este metabolismo
de la letra que nace y se
expone
a tus ojos, lectora?
¿Y qué papel juegas tú,
ociosa demiurga
a la cual se postula o se
lanza
este baile quieto de letra
azarosa?
Toda escritura es una
carta
(de nacimiento).
Toda escritura es una
súplica.
Toda escritura es el
destino.

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