Hijo de poemas lejanos
o trasatlánticos varados en
el hielo
de la melancolía del ángel.
Se asoma este vestigio de la
brisa
a decir dos palabras para
matizar la tarde:
mientras las pronuncie el tiempo gotea
Pero el silencio detendrá las
caricias
y el roce de la piel en la
piel que al fuego imita
calentará en la yema de
los dedos
los regueros de tinta que suavizan
ternuras:
encuentros lejanos, lluvia
detenida...
La ciudad sigue triste, ya
no es mediodía,
¿qué arma funesta hoy me
matará
con qué densa máscara o
suave melodía
este ensueño, durmiendo,
se
irá?
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