Mandarina oculta entre tus labios secos,
como la sombra del aire
es pleno aroma,
o una oruga que avanza
trazando
los secretos de la seda,
anhelando desde ya aquella
tarde
del futuro
en que cierto hombre deslice
la tela
que el hombro cubre
y lo bese,
pero aún hoy es todavía,
y ese beso se tarda
en la lentitud de la oruga.
O es la lluvia que crece
adentro de tu pecho,
donde va a guarecerse
de sí misma.
Mandarina prohibida,
fruto del árbol
que aún llevas contigo
como un trofeo un mensaje
el código secreto
para los desamparados,
a ti acudimos con el deseo
quemándonos los dedos
tu mirada es muy dura,
pero,
presiento el rumor de los guaduales,
a ellos miro mecerse
allende brisas
que tus ojos ocultan.
Me dices, alarmada,
acaso
ves mi bosque interno.
Y mi silencio aterrado me
rodea.
De repente es la noche en
los guaduales,
me siento perdido en este
bosque secreto.
Un olor lejano a mandarina
me guía,
una oruga anhelante se
observa en mis ojos
tarde me doy cuenta que soy
solamente
un presentimiento tuyo.
Moriré si te despiertas.
Y me muero.
Olvidarás el sueño que ha
sido mi existencia.
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