En la heladera, descompuesto, el último tomate.
Un diente de ajo entelerido,
con un brote verde que es esperanza vana.
Arquitectura del caos, una cuchara sobre un plato,
casi tomada por tenue sabana de hongos.
Debajo, un humus que parece arroz
o espagueti descompuesto.
Civilizaciones de microbios, bacterias,
magma biológico o sopa viva:
la heladera.
Afuera, pegada en la puerta, publicidad de domicilios,
farmacias,
la nota veloz con que notificabas
que te ibas.
Aquel día, el tomate, el ajo, las sobras,
eran jóvenes todavía.
Yo también lo era.
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