martes, 29 de agosto de 2023

Nuevas moradas

He de morir

o morar

en la iridiscencia de las burbujas de jabón.

He de morir

o morar

en el rocío que tu piel presiente en las mañanas.

 

Trasladarme al inusual mundo descartado,

donde

nimiedades,

como la muerte,

no transcurren.

 

Desde allí, fisgonear cómo llegas a casa

luego del trabajo,

hacerte pesar los párpados

y acompañarte al sueño.

 

Te esperaré con ansias cada noche.



Mariposa

Acostada todo el día, sol nocturno,

te he visto ceder al embate del absurdo,

las sábanas ancladas a tu alma

succionando la sangre de naciones de antaño.

Pálida, miras con ojos secos

el avance sostenido del tiempo

en los tejados vecinos.

 

Te veo

y un incendio helado me quema las entrañas.

Pocas palabras quedan para retratar lo hermoso.

Mi lenguaje se suicida

cual llovizna que cesa.

 

Pero

(tenacidad del viento)

una mariposa imposible se filtra,

mariposa de aire, 

respirada.

Y, lenta en su aleteo,

se te para en un hombro.

Sonriendo, me miras.

 

-       Te ha elegido -te digo.

-       Y yo a ti -me contestas.

 

Desde ese día, una mariposa me visita

en las tardes de la desesperanza,

se posa en mi hombro,

restituye los colores en tu ausencia.




Coraza

La estación espacial abre sus compuertas

al próximo misil de la barbarie.

Su blanco, sabemos, serán

tu corazón y el mío,

es decir,

el árbol de la vida de la tierra.


El sol, cercano, iluminará la ojiva.

Su brillo encandilará la mirada humana

y no quedará sombra para guarecerse de su luz.


Aun así, te abrazo,

respiro el olor de tu aliento

en el que hay un camino oculto, al norte,

tu pelo se adhiere a mi rostro

siento algo así como tus lágrimas

refrescando mi hombro izquierdo.

 

Sea.




Puertas

¿Invento el poema o voy a su encuentro? ¿Y si es el poema el que nos busca?   Tal vez el poema exista desde antes y solo aguarde un ...