El caballo me miró con ojos limpios, sabedores, profundos.
No obstante,
seguía receloso:
eres amo o esclavo, parecía indagarme.
Mi timidez lo hizo libre.
Al cabo, volvió
a mirarme,
esta vez
sin temores.
La otra pregunta vino de la redondez de sus ojos:
que tú has nacido
para la muerte?
Como el
viento frío de la noche
barre las
nítidas montañas;
o como el
polvo de los páramos
lleva aún
en su entraña
estrellas,
así
miraba el caballo,
contra el
tiempo.
Como para pararlo frente al caballo de Nietzche
ResponderEliminarLa mirada de los animales siempre nos confronta, tiene la capacidad de no dejarnos indiferentes.
Eliminar¿Qué le habrá preguntado a Nietzche aquel caballo torturado? ¿Qué pregunta puede hacernos "perder" la razón?