sábado, 2 de marzo de 2024

El bosque de la poesía

Subiré al frío bosque de la poesía

donde aún flores lloran riachuelos grises

que descienden desde el cuello

como collares de plata

hacia la promesa de los senos,

donde aún orugas lentas

pellizcan la piel de la cadera,

donde estas mismas manos que aran la tierra

se humedecen agradecidas

con el agua de tu cuerpo arqueado.

 

Allí, en el bosque de la poesía, donde

al crepúsculo, todas las cunas

son la tumba última,

me sentaré en la hierba fresca

y cerraré los ojos al paso de los pájaros

hasta ser los pájaros, todos, uno en uno,

o su vuelo sereno y su idea limpia

de llovizna antigua.

 

Sentado con los ojos cerrados,

montículo de arena,

mi piel se irá elevando con el viento,

grano a grano,

a visitar paisajes lejanos

países radicales

oficinas soleadas (como esta),

donde las pantallas de los computadores

parpadean

parpadean.




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