Cuando alzo mi mano derecha
y la
enfrento al viento de la tarde
y siento
en sus
tenues vellos
la
caricia del aire
y cuando
detallo
las
líneas
que trazan
mi destino
como
rutas de un mapa antiguo
que proviene,
hace
milenios,
de la
copa de los árboles
con el mensaje
de las primeras
cortezas
que
poblaron la tierra
guiando
hacia el follaje
el mismo
viento que ahora lame
el dorso
de mi mano;
cuando alzo
mi mano derecha
y la miro
minuciosamente
hasta no
verla más
¿quién es aquel que mira mi mano?
¿Quién
guía
el
capricho
de mi
pupila?
¿Quién,
desde siempre,
ha definido
que mis ojos
sigan
esas líneas
que a su
vez
marcan el
rumbo de mis pasos?
¿Quién es
aquel que me habita
y me
lleva de un lado a otro
de mi
cuerpo
como por
un parque interno
solo para
constatar que está vivo,
solo para
saber que respira,
para
sentirse a sí mismo?
¿Quién escucha,
en mí,
esto que
escribo?
De los mejor que le he leído por aquí. Tremendo, compadre.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
ResponderEliminarMe pone muy contento leer estos comentarios.
Nos animan a seguir trabajando, vamos paso a paso.