A Katherine Mansfield,
por un cuento suyo
La Niña que estaba
cansada
construyó un camino para transitarlo sola.
El sendero de la muerte invernal
donde los patos degollados retorciéndose
no le asustaban
más bien
la liberaban
la entregaban al sueño
como quien muere en honor a Dionisio
borracho de cansancio
ebrio de soledad.
Unas frías manos chicas
infantiles
blancas
blandiendo los cojines de la muerte.
El bebé con su chichón doloroso,
último gesto.
Inventemos ahora que la Niña
que estaba cansada
y su pequeño hermano,
luego de que ella
lo liberara de la vida,
se encontraron en las rutas del sueño
-sendero de la muerte invernal-
y pudieron jugar, tranquilamente.
Y después dormir.
Y luego despertar.
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