sábado, 13 de julio de 2024

Consuelo del físico

Los físicos habitan la melancolía.

 

Hoy en día

lo primero que confiesan

es la imposibilidad de atrapar un átomo.

 

Luego, con la mirada perdida aún, agregan

que resulta imposible

incluso verlo.

 

En estas confesiones se hermanan con los poetas,

también en sus maneras,

muchas veces incomprensibles,

de demostrar nuestros límites.

 

Como era de esperarse en una especie huidiza

y frágil

como la nuestra,

siempre se nos escapará de la materia

su esencia.

 

Mas luego de coincidir en estas confesiones

un rayo del sol del mediodía

-ese átomo enorme-

alumbra la cuenca de tus ojos,

el hielo negro donde nace tu vista,

el ónix con que trazas líneas delgadísimas

en aquello que miras,

otorgándoles

en la serenidad del tiempo

que se alarga

algo así como un destino.

 

Y nuestros ojos se cruzan y en mi vientre

se anida la tibieza del átomo,

surge desde tu mirada casual hacia mi alma

una estela invisible

y va dejando hitos lunares, 

que luego anoto en mi libreta.

 

Al cabo, ese átomo viajero, me atraviesa y huye

buscando otros ínfimos amores 

para no sentirse solo.




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