domingo, 30 de marzo de 2025

No decir

No decir.

No decir, y entonces, hacer nacer al animal del silencio:

animalito de ojos cerrados

poco a poco va engullendo el aire de la habitación

hasta hacerlo escaso.

 

Con el tiempo, debajo de los ojos, bolsas violáceas

señalan la ausencia de juventud.

Desde hace años, la casa en que vivimos

ha sido su hábitat.

El animal se ha vuelto implacable.

 

No decir.

No decir, y entonces

alimentar hasta el hartazgo al animal del silencio.

Con los años

verlo cómo se ha hecho dueño de la estancia

cómo se ha tragado el fresco de la tarde

y ha dejado una canícula violenta

que hiere la piel y seca los huesos.

 

Solo entonces, mirarlo de frente

sostener sus ojos hambrientos

ver sus afilados dientes

casi disfrutar cómo nos traga.



jueves, 27 de marzo de 2025

Rebeldía

Te fuiste esta mañana.

Un rayo de luz atraviesa la cortina
hiere el suelo de la alcoba.
Nuestro gato lo mira, buscando a Dios
al otro lado del hilo del sol.

Yo sigo acostado en la cama
estoy sepultado:
toneladas de cobijas custodian tu marcha.

Debería arriesgarme a la muerte o al frío
y salir
ir en tu busca
agotar los cafés y las esquinas.

Pero sigo aquí y, ahora
escribo estas palabras.

Creo que a esto te referías
cuando esta mañana me gritabas.



lunes, 17 de marzo de 2025

Escuchemos

I.                      

El silencio

como un vientre embarazado

expulsa al universo los sonidos.

 

Llanto del recién nacido

existimos a través del ruido.

 

II.                    

Intuimos el silencio mientras vivimos.

El corazón marca un ritmo que lo oculta.

Late,

como quien canta

para no escuchar la nada.

 

La muerte es el retorno.

 

III.                  

Al callar

en la tarde quieta

en la noche oscura

ensayamos el espacio del aire

que dejará nuestra ausencia.

 

Escuchemos.  




domingo, 16 de marzo de 2025

Estatua

Recuerdo tu pelo que bailaba

con el falso viento de la camioneta

las montañas al fondo enormes

misteriosas

prometiendo el alimento

prometiendo también la muerte.

 

Recuerdo el olor de tu pelo confundido

con el de la tierra llovida

recuerdo la melancolía de tu piel perlada

los sonidos del jeep atravesando trochas

donde hombres de antaño no pensaron jamás

que por allí transitarían milagros.

 

Bastaba alargar un brazo

entrar al torrente de tu pelo

suavizarlo con el peine de mi mano abierta

recibirlo como las estatuas reciben los rocíos.

 

Recuerdo la sensación terrible de mi cuerpo

al quedarme quieto

mortalmente quieto

tan prudente

siempre tan prudente.



Puertas

¿Invento el poema o voy a su encuentro? ¿Y si es el poema el que nos busca?   Tal vez el poema exista desde antes y solo aguarde un ...