Luego de confesarte aquello
detuviste la marcha del vehículo
a un lado de la carretera
donde caer al río
es posible casi probable es inminente.
La mañana se arruga se despieza
se desmorona se deslíe
ripios de sol salpican la piel de las
manos
con las que agarras -como si la
hubieras cazado-
la fugitiva hamburguesa
del parador de autopista.
No son horas para una hamburguesa
pienso
pero no te digo nada
porque una gaviota lejana
rompe el paisaje
y se va haciéndole cortes con las
alas.
Una gota de mostaza mancha tu blusa
veo el goterón bajando
la mancha que es mi alma aferrada a
la tela
dejando el rastro
donde en el futuro, tal vez
unos ojos -diferentes a los míos-
dicten a unos labios -diferentes a
los míos-
algún comentario práctico y útil
o empático o al menos gracioso
algo distinto a este
se te adensa el sol en la blusa
con el que abres los ojos, toses
te limpias inmediatamente
echas insultos al aire.
Luego -tenía que ser así-
das otro bocado del cual se
desprende
esta vez
un goterón de salsa de tomate
con el que se camufla mi sangre
-pienso, pero no te digo.
Pago la cuenta y seguimos en
silencio
tantos kilómetros.
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