lunes, 22 de enero de 2024

Silbo

La noche admitía ecos lejanos.

Paseaba a Max, rebelde y tontarrón perro nuestro.

Las luces de las viviendas cercanas

casi todas apagadas.

 

Podría jurar que cientos dormían a esa hora

ignorantes de mi presencia en el parque.

Muchos metros hacia arriba

en nuestro apartamento -sexto piso-,

pude ver una silueta fría asomarse a la ventana.

Escuché tu silbido.

 

Como una niña malcriada,

silbaste.

 

A esa hora:

contra el silencio

contra la noche

contra el sueño torpe de vecinos infelices

que no saben amarse sin verse

que no tienen silbidos dónde planear

por el aire frío de la noche

para imitar al beso

o a la risa

o a los pájaros

en árboles nocturnos.

 

Pensé en tu muerte, estúpidamente.

 

A veces me llegan así los pensamientos

como bloques siniestros que golpean mi cabeza

de adentro hacia afuera.

 

Y mientras una mano de fuego quemaba mis entrañas

te saludé sonriente

feliz de verte aún ahí

indudablemente viva,

silbando, silbando.

 





4 comentarios:

  1. Silbar como suspiro y como grito. Qué bonito

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias por comentar! Sí, los silbidos pueden ser ambas cosas. Y más

      Eliminar
  2. Sentí tu dolor de imaginar la muerte del ser amado.... que ya no silva.
    Diana Ma.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Uno se tortura a veces con pensamientos así. O puede que sea una rara manera de valorar lo que se vive en el presente.

      Eliminar

Puertas

¿Invento el poema o voy a su encuentro? ¿Y si es el poema el que nos busca?   Tal vez el poema exista desde antes y solo aguarde un ...